6.4.12

PARA TU AMOR, SEÑOR

Para tu amor, Señor, no tengo apenas
otra cosa qué dar que mi tristeza,
mis dos hijos, mi cama y mis penas,
mis esperanzas y mis noches buenas.

Para tu amor, Señor, no tengo nada,
nada más que mis huesos y mis prisas,
mis ojos, mis cabellos y mi almohada
y mi boca, repleta de cenizas.

Para tu amor, Señor, de mano abierta
y corazón arrodillado y manso,
aquí me estoy al pie de tu puerta
y me regocijo y me canso.

JAIME SABINES