28.6.12

LAS ELECCIONES

Yo no había visto elecciones
como las nuevas de ayer:
Gritos, palos, mojicones
y piedrazos a más ver.

Las urnas de votaciones
no eran urnas ni eran nada,
pues eran unos cajones
con la tapa desclavada.

Y los que estaban sentados
en la mesa, de respeto,
puros descuacharrangados,
casi sin ningún objeto.

A todos los que votaban
en contra del candidato
mucho que los carniciaban,
pasando así muy mal rato.

Y todo fue para nada
porque, echando maldiciones,
llegó al fin una parvada
y se robó los cajones.

Pues llegaron los malditos
nomás de golpe y porrazo,
echando pedradas, gritos
y hasta uno que otro balazo.

Y de estos modos tan tristes
se acabaló la función.
La verdad, para esos chistes,
mejor que no haya elección.


NOTA. Ni tantito así me cuadraron esos nuevos modos de elecciones. Todo el santo día se lo pasaron grite y grite y dícese y dícese cosas sin asunto mayor, y hasta dicen que don Ambrosio manumitió a uno de los Olalde y le sacó la sangre de las narices nomás porque era del otro partido. Yo, al ver esos destorlongos, pensé ponerle un ocurso a la autoridad para que quiten ese modo tan feo de elecciones y vuelvan a hacerlas como antes; pero, como calculé que no habían de hacerme caso, urdí mejor poner esta fuerte poesía, para ver si así les cala tantito, y ya para el otro año se dejan de esos mitotes y hacen otra vez las cosas como Dios manda, sin tantos partidos ni tantos desórdenes, sino en buena conformidad como antes.

LEOBINO ZAVALA CAMARENA ("MARGARITO LEDESMA")