20.7.11

EL CENTRO DEL PLACER


Fueron semanas y semanas en cámara lenta enfrente de aquel colegio, mi dulce pequeña. Pero el horizontal, el definitivo placer que adivinaba yo en tus doce o trece años bien las valía. Incluso la asfixia del temor: ¿Si me descubren...?

Mi tierna niña, el mediodía que te adentró en mi apetito aún me sacude: en medio del girante campo de faldas a cuadros, se asoman-desaparecen-se asoman tus muslos de trigo dorándose al sol, la tela ceñida a tus duras nalgas.

Lo confieso: esa vez decidí que tú serías el centro de una noche de gula, una noche memorable.

Por eso el disfraz, distinto en cada ocasión frente al colegio; por eso la inacabable espera; por eso el forcejeo en el instante preciso y luego el cloroformo; por eso el arrancón en mi auto con rumbo al paraíso; por eso, pan de mi deseo, por eso.

Por esto, manjar mío, la salsa de avellana y el tinto de la Côte de Nuits tan sólo adjetivan tu sabor natural.

ÓSCAR CORTÉS TAPIA