Mi padre era agente viajero
En su pesada maleta llevaba
listados, muestrarios, facturas
Sus ojos y oídos eran bodega
de sonrisas y charlas distintas
de pueblos y ciudades distantes
Mi padre era agente viajero
A los nueve años
durante unas vacaciones
lo acompañé
No hubo farmacia
no hubo tlapalería
que su libreta de pedidos
no visitara
Presencié la magia
Sus manos firmes
se transformaron:
eran un campo
de rosas blancas;
derramaban pétalos
al saludar
ÓSCAR CORTÉS TAPIA