Hay un debate mundial
entre diversas partes de tu cuerpo.
Tus rodillas dialogan
pero es que no consiguen conciliarse,
se separan,
o una va cuando la otra regresa.
Tus senos dicen sí.
Tus ojos interrogan
y tus manos aguardan.
Tu pelo se humedece,
acaloradamente.
No lograrán jamás estar de acuerdo.
Y siento que mi cuerpo debe
intervenir
en el debate.
EDUARDO CASAR