13.9.09

DON PANCHITO

Francisco Salinas Mondragón
In memoriam


Abrías la tarde
como un cofre innombrable,
como un secreto de estaño,
con la llave de polvosos relatos
que anidaban
-festivos pájaros de topacio-
entre tus largos bigotes centenarios.

Entonces,
viejo roble,
de tu savia de toro,
de tu dulce esqueleto leñoso,
nos columpiábamos los nietos
con gruesas cuerdas de viento.

Entonces,
viejo noble,
se cubría la mesa
de ojos muy abiertos y peras,
de preguntas y manzanas,
del sol entero de tus palabras.

Entonces
nuestro asombro era un monte,
un río invisible, una fiera verde,
una estrella en la frente.

Entonces,
viejo de cobre,
tus nietos éramos otra cosa:
aquellos que no somos ahora.

ÓSCAR CORTÉS TAPIA